El volcán Chato o Cerro Chato: entre cementerios antiguos y cascadas encantadas
El volcán Chato es una elevación de forma trunca que alcanza una altitud de 1140 metros sobre el nivel del mar, a cuyo perfil se le atribuye semejanza con una mujer dormida . La catarata del río La Fortuna, una de las más bellas e imponentes de Costa Rica, baña los pies de la montaña; en tanto que en su truncada cumbre existe una laguna de agua fría.
El territorio ancestral de los indígenas maleku se extendía entre los volcanes Tenorio y Chato-Arenal, comprendiendo a maravillas hidrológicas tales como el extraordinario Río Celeste, que la tradición se encargó de cubrir de leyendas. Según un joven informante maleku llamado Elizondo, oriundo del poblado de Guatuso, la cascada del Río Celeste está encantada, puesto que en la antigüedad se le arrojaban ofrendas de oro. Elizondo advierte que no hay que portar ningún adorno de oro cuando se nada en sus aguas y recuerda el caso de un “tico” de la ciudad de San José, quien haciendo caso omiso de la advertencia, sufrió la pérdida de una cadena de oro muy valiosa al tomar un baño en la cascada.
En las inmediaciones del volcán Chato, la autora tuvo oportunidad de visitar, en compañía de guías malekus, un cementerio prehispánico, que había contenido enterratorios acompañados de figurinas zooantropomorfas de cerámica. Una estructura de cavado de varios metros de diámetro mostraba en su interior pequeños muros y apilamientos de roca volcánica. Parece ser que en la región del volcán Chato y Arenal también existió en tiempos antiguos la costumbre de enterrar a los muertos en terreno de coladas volcánicas. Según el guía maleku, los arqueólogos que estudiaron el sitio habrían concluido que su utilización se remonta a casi dos milenios de antigüedad
Ceruti, María Constanza
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